¿Nos estamos mirando el ombligo?
“Ya los conozco, no sé qué cosa nueva me van a decir si hablo ahora con ellos”
Conversaba con una emprendedora con una empresa de regalos personalizados y le planteaba conversar con sus clientes para conocerlos. Ella estaba segura de que tenía claro el panorama.
Me quedé pensando, cuántas veces nos ocurre esto en el día a día. Asumimos como piensan, sienten y actúan las personas que nos rodean. Imaginamos que las personas son una constante y que funcionan como una fórmula definida.
Se nos hace fácil verlas de esta manera y hasta nos inventamos una frase que nos garantiza que la gente que queremos se quedará tal cual la conocemos con el clásico “nunca cambies”.
¿Cada cuánto debo conversar con mis clientes? ¿Qué tanto debo conocer a la gente a la que sirvo? ¿Cuándo termino de conocerlos?
No existe una ecuación mágica. Lo que podemos hacer es reconocer todo lo que no sabemos. Dejar de tratar de encajar a las personas a las que servimos en nuestras creencias y entenderlos desde su realidad con apertura. Una mirada horizontal y cercana que solo se construye desde la humildad.
¿Qué pasaría si vivimos el día de esta manera? ¿Qué pasaría con las ideas que generamos? ¿Con las conversaciones que compartimos? ¿Los productos y servicios que creamos?
¿Qué pasaría si como peruanos nos miramos, no desde nuestro ombligo, si no desde nuestros corazones?